Tan sencillas, como este niño que ensambla un patín.

Tan sencillas, como la anécdota de un ingeniero de Hernani de 1916, asiduo al frontón y campeón de goitiberas. Tan sencillas, como aquellos niños, que acoplaron aquellos rodamientos industriales a la madera, para convertir, todas esas cuestas que de su tierra, en objeto de emoción deslizante.
Porque algunas cosas, revisadas o reinventadas, nos dicen, que después de todo, no hemos cambiado tanto.
